Valorar el sexo en lugar de distorsionarlo
Las estrategias que parten de un valor tienen más posibilidades de eficacia que las que se basan en luchar contra un anti-valor. En todo caso, el sexo no es factor de lucha o agresión sino de atracción y convivencia.
La estrategia que ha promovido el rechazo del sexo en nombre del sexismo —y su substitución por el género— ha dado resultados perversos: ha llevado a distorsionar el sexo como valor hasta su práctica anulación como concepto referencial y campo epistemológico del que parte su planteamiento como discurso razonable.
Frente a esta distorsión, el moderno paradigma de los sexos plantea el sexo como el referente para poder entenderse tal como corresponde a sujetos sexuados, razonables en un marco razonable. Es, por lo tanto, su valor propio: su distintivo común.