El malestar de la confrontación
"Subyace un doble sentimiento de malestar. Tanto por el diagnóstico como por los remedios propuestos. A pesar de lo que digan los más pesimistas, la condición de las mujeres occidentales ha cambiado considerablemente y también sus comportamientos. ¿Serán acaso los hombres la única parte de la humanidad incapaz de evolucionar? ¿Será inmutable la identidad masculina?
Malestar ante la generalización en dos bloques opuestos: la clase de las mujeres y la clase de los hombres. Esto no supone volver a caer en la trampa del esencialismo, contra el que tanto han luchado las feministas para sí mismas. No hay una masculinidad universal, sino múltiples masculinidades, al igual que existen múltiples feminidades. Las categorías binarias son peligrosas porque diluyen la complejidad de lo real en favor de esquemas simplistas y forzados.
Malestar también por la condena, en bloque, de un sexo que se parece mucho a lo denunciado como sexismo. Malestar, en suma, por la voluntad de reeducar a los hombres, lo que desempolva recuerdos vergonzantes. El eslogan implícito o explícito de cambiar al hombre más que el de luchar contra los abusos de ciertos hombres revela una utopía totalitaria. La democracia sexual, siempre imperfecta, se gana paso a paso.
A fin de cuentas, uno puede preguntarse si la noción simplificadora y unificadora de la dominación masculina no es un concepto obstáculo. Otro nombre de una alteridad radical serviría para plantear la complejidad, la historicidad y la evolución de la relación entre los sexos. Este concepto globalizador, que constriñe a hombres y mujeres en dos campos opuestos, cierra la puerta a toda esperanza de comprender la influencia recíproca y de medir su común pertenencia a la humanidad.
El dualismo de oposición produce una nueva jerarquía de los sexos de la que hemos pretendido liberarnos. A la jerarquía del poder que se combate se opone una jerarquía moral. El sexo dominador se identifica con el mal, y el oprimido con el bien..." (Elisabeth Badinter, Por mal camino, Alianza, 2004, pp. 61-62).